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sábado, 21 de diciembre de 2024 |
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Empleados públicos
La otra mirada, gremial y política, ante la frase contundente de ayer de Mauricio Macri: "Se tiene que terminar la idea del Estado cómo aguantadero de la política". Dificultades en soluciones alternativas.
No hay objeciones para la definición del Presidente, que cuando habla hace especial referencia a los miles de lugares ocupados por el kirchnerismo en distintas empresas y organismos del Estado. Procedimiento que fue paralelo al exponencial crecimiento de La Cámpora en la primera y segunda presidencia de CFK. En los años de NK el acceso a trabajos en el Estado fue mas en cuotagotas y sin sectores de privilegio entre las estructuras partidarias.
Este copamiento ocupacional dijo origen a una singular militancia rentada, donde confluian un genuino respaldo a las políticas del Gobierno pero además el natural interés por preservar una fuente de trabajo generalmente con niveles salariales muy altos. No solo llegaron camporistas a estructuras clásicas cómo el Congreso, Casa de Gobierno o Ministerios sino que también accedieron a empresas estatales cómo Fabricaciones Militares, ANSES - altísimo porcentaje de nuevos ingresantes- o la propia Ciccone en tiempos de control gubernamental.
Escencialmente a este cuadro se refiere el Presidente y está bien. Sin embargo habría que señalar también que en la propia ciudad de Buenos Aires se han señalado algunos excesos en el ingreso de jóvenes "amarillos" a la buracracia porteña y estar atentos a otra pregunta formulada por Daniel Arroyo: Esta bien la crítica, pero quién genera puestos de trabajo en la Argentina, al margen del Estado, en los últimos años?
El ex candidato a Vicegobernador del Massismo sabe de lo que habla. Conoce en detalle la problemática juvenil y uno de los datos centrales de los últimos años es que el sector privado no genera trabajo en la medida de lo necesario. La construcción puede ser un camino, hoy congelado, y la tecnología otro, en los dos extremos sociales: Los de mayores y menores ingresos. En el medio, mas nada que poco y ahi es donde el puesto público se convierte en una ineludible salida laboral. El esquema puede resultar menos nítido en la Capital Federal, pero en las provincias se repite de manera idéntica en casi todas ellas.
Este es el punto de cuidado que pide Arroyo y también los dirigentes estatales. Militancia rentada no, pero avanzar sobre el empleo público cómo definición o filosofía tiene muy altos riesgos sociales. Una economía estancada no ofrece ni multiplica puestos de trabajo y la reinserción laboral luego de la pérdida de un trabajo suele resultar harto dificultosa.
Los sindicatos de empleados estatales alertan sobre otro dato realista: Compartimos la idea de computarizar y tecnificar la burocracia estatal, oponerse es un sinsentido, pero tengamos en cuenta que hay centenares de miles de trabajadores con mas de cincuenta años a los cuales les resulta muy complejo cualquier proceso de actualización. Entendemos la idea de "despapelizar el Estado", pero no podemos dejar en la calle a los que no estan en condiciones de adecuarse a los avances tecnológicos."
Nadie comulga con un Estado copado por militantes o cómo único refugio laboral de los jóvenes, pero mientras la creación de trabajo por parte del sector privado siga siendo una deuda pendiente, la opción estatal siempre será una salida. Por aquí pasa la posición de Arroyo y los gremios: busquemos primero un camino para multiplicar la oferta privada y recién después comencemos la depuración del espacio público.
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