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sábado, 31 de mayo de 2025 |
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Cafiero
Restauración del peronismo y sostenimiento de la unidad tras la derrota: Dos hechos claves que marcaron la historia de Antonio Cafiero en los últimos 30 años.
Luego de la contundente victoria de Raúl Alfonsín en octubre del 83 el peronismo quedó en estado de conmoción básicamente por dos temas:
---- No había querido ver el enorme crecimiento político de la UCR ni las singulares capacidades de su candidato. La victoria de la noche del 30-10 fue mucho mas que un cachetazo inesperado.
----- Tan preocupante cómo la derrota era lo que venía. Un partido cuyo resultado había sepultado desde Italo Luder a Lorenzo Miguel y Herminio Iglesias y un oficialismo que no escondía sus intenciones de conformar nuevas mayorías.
La crisis peronista durante todo el 84 fue muy profunda. Toda la iniciativa era radical y además se daba en el PJ una situación no tan extraña. Los nuevos dirigentes no terminaban de llegar y los viejos no terminaban de irse. En el medio, la parálisis.
Las elecciones del 85 entreabrieron una puerta. Y por allí entró Antonio Cafiero. Era todavía un momento de plena supremacía radical y su discurso no fue tanto confrontar con el oficialismo sino señalar a Herminio Iglesias cómo el gran responsable de la derrota en la provincia y reclamar democracia y renovación en un partido ganado por la burocracia sindical y sin ninguna respuesta frente al alfonsinismo. Las elecciones las ganó la UCR con Leopoldo Moreau de candidato, pero Antonio Cafiero fue la gran sorpresa, duplicando en votos al menguado PJ oficial. A partir de allí, de manera conjunta, se dieron tres hechos políticos:
1) Dejó de ser el técnico, el economista joven de Perón en los 50' o el asesor de la CGT en los 60 'para convertirse en el Jefe del peronismo de la provincia mas importante del país.
2) Un conjunto de dirigentes más jóvenes (desde Carlos Grosso a De la Sota, desde Manzano al propio Carlos Menem) vio que otro presente era posible, mas allá de la dirigencia de la derrota del 83.
3) El oficialismo descubría que el peronismo también tenía otros rostros. La pelea contra "Beto" Imbelloni y Diego Ibañez en el Congreso, la confrontación con dirigentes sindicales anclados por décadas en sus gremios era casi hasta sencilla. A partir de ahora iba a ser distinto. El voto de la clase media dejaba de ser excluyente.
Estos son los años de esplendor político de Cafiero y su mayor aporte histórico. En su transcurso fue democrático y horizontal como ninguno. El peronismo siempre tuvo una baja calidad interna de participación de sus militantes. Porque tenía jefes indiscutidos cómo el propio Perón o porque estaba proscripto, pero siempre se votó poco y nada. Estos años fueron diferentes y movilizadores hacia un futuro que todavía parecía lejano.
El 87 fue el año de la sublevación de Semana Santa (con una actitud de respaldo institucional hacia Raúl Alfonsín siempre reconocido y apreciado por el ex Presidente) y acentuación de la crisis económica del Gobierno Nacional. Para las decisivas elecciones en la provincia la UCR puso su mejor candidato posible (Juan Manuel Casella) pero la victoria peronista era tan previsible cómo la derrota del 83. El PJ había recuperado "su" provincia. La de Mercante y Framini, donde nacieron Perón y Evita, donde empezó el 17 de octubre. Nadie le cuestionó nada nunca en este punto a Antonio Cafiero.
Para el año siguiente quedó planteada la gran interna peronista del siglo pasado. El peronismo derrotado del 83 había desaparecido y la renovación tenía tres jefes: Antonio Cafiero, Carlos Menem y Carlos Grosso. El tercero supo siempre que la pelea mayor era para los dos primeros y solo pretendía asegurar su lugar cómo jefe del peronismo porteño.
Para la gran disputa que determinaba el candidato a presidente del año que viene, Antonio Cafiero suponía correr con los colores del favorito. La Rioja y Buenos Aires son incomparables en tamaño, los referentes provinciales mas reconocidos lo acompañaban y hasta el propio oficialismo suponía que era la mejor sucesión posible. Pero la interna la ganó Menem. Contra los presagios de los medios y la suposición de los propios dirigentes. Cafiero era el previsible. Menem llegaba montado en un discurso mas conservador en lo ideológco, respaldado por los sectores mas humildes y con enormes silencios sobre sus ideas en materia económica.
A partir de aquí, dos decisiones también históricas de Antonio Cafiero, muy peronistas ambas y sin tanto consenso como aquella voluntad política que lo lleva a recuperar provincia de Buenos Aires. Ambas marcadas por la palabra empeñada. Le proponen romper con Menem apenas derrotado y competir contra Angeloz con el apoyo de la mitad del peronismo mas aliados de peso. Y le insisten repetidamente cuando el presidente electo se abraza con Alsogaray y lleva a Maria Julia al Gabinete. Sin embargo, nunca confrontó directamente. Eligio durante años compartir un desayuno de a dos en Olivos y morigerar - sin demasiada suerte- lo inmodificable. Hubiese podido cambiar algo? Desde anoche es historia. Aceptar el voto pleno de la voluntad popular nunca es una elección cuestionable.
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