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| sábado, 13 de diciembre de 2025 |
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Nunca llega
El asalto padecido por el chofer de la Ministra Batakis vuelve a poner de manifiesto un doble estándar en materia de inseguridad en la provincia y antiguos problemas de estructura.
Carlos Khin no es un ciudadano de a pie, pero tampoco una persona conocida. Jamás fue tapa de un diario ni ocupó un poco de tiempo de alguna cámara de televisión. Las circunstancias lo pusieron en un lugar indeterminado. En el medio. Por eso conocemos su caso y por eso sirve para volver a reflejar un problema para el cual hay muchas promesas y ninguna solución.
Se sabe lo que pasó. Hace poco mas de 24 horas salía de su casa para ir a trabajar al Ministero de Economía de la Provincia cuando un grupo de delincuentes ingresó a su domicilio en Gonnet, cerca de La Plata. Se llevaron dinero y electrodomésticos , manosearon a su mujer y amenazaron con matar a sus hijas de 8 y 12 años cuando gritaban asustadas. Luego de la angustia y el miedo llegaron rápido los efectivos de la comisaría mas cercana y el damnificado tuvo que ir a hacer la denuncia : " Casi no había gente, no tenían patrulleros, sin los mínimos elementos para iniciar alguna búsqueda"
Este es el punto central de la historia. Lo que cuenta Khin es lo permanente, lo cotidiano Cualquier visita a una comisaría del conurbano representa ver lo mismo, o peor. Aquí se contó antes cómo hace poco en un destacamento de San Martín había dos efectivos en una noche de sábado, con muchísimo trabajo. De los dos, una miraba televisión de manera muy interesada y el otro suboficial se multiplicaba entre quejas, reclamos y la atención del telefóno pidiendo urgente la presencia policial en algún lugar de su área de responsabilidad.
El doble standard se repite y enoja mas al hombre o la mujer de a pie. Cuando el protagonista involuntario de un hecho policial es el papá de Carlos Tévez o el suegro de Maradona, estan al instante los jefes policiales y los jefes políticos. Cuando el que padece es un ciudadano común, sucede lo que cuenta el chofer de Batakis: No están ni los que obligatoriamente deberían estar y tampoco hay ventanilla donde reclamar. En este caso puntual trasciende un poquito por la profesión del damnificado. Caso contrario, nada de nada.
La pregunta pendiente es si las Policias Municipales solucionaran esto al menos en parte. Ojalá. Pero sinceramente no lo parece. Si hoy en las comisiarias de la provincia tenés menos efectivos que los imprescindibles, casi no hay patrulleros y si están no tienen nafta. Es imaginable pensar que algo puede cambiar de manera radical?
Habría que descartar que las necesidades son consecuencia de la incapacidad profesional de los funcionarios. Básicamente no hay gente ni recursos porque no hay presupuesto. Y si no hay presupuesto para esto, quién dice que habrá financiamiento para las Policias Comunales?
Nadie lo explica y por lo tanto no se puede cometer ningún pecado de optimismo.
Esta es la situación. Casi sin márgenes para la ilusión. Cuando se sabe que es el principal reclamo de la sociedad, es muy difícil de asumir que los fondos existentes para pelear contra la inseguirdad son mucho menos que los necesarios. La Policía Comunal esta llegando por goteo a todos los municipios. Si el arribo no es con recursos adecuados - hoy nadie lo explicita y menos garantiza- muy poco se habrá avanzado en superar la sensación de desprotección que nos rodea.
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