viernes, 19 de abril de 2024
   
 
29/7/2014
     
Carlitos espejo

El robo y secuestro padecido por el padre de Tévez sirve para mostrar amplificada la muy grave crisis de inseguridad de la provincia donde los resultados concretos nunca terminan de aparecer.

 El final de la historia amerita contar los detalles. Un grupo de delincuentes le robó esta mañana su auto a un señor que en el  momento pierde sus documentos y  se descubre así  su relación parental con el jugador de la Juventus. Queda secuestrado y comienzan largas horas de negociación y angustia. Familiares del ex Boca se comunican con su esposa en Turín y ella habla de inmediato con la concentración  donde Tévez está en  plena pretemporada. Rápidamente abandoó  el entrenamiento y el club le ofreció  un avión particular para estar en la Argentina  lo más rápido posible. Con el primero que se comunica en Buenos Aires  es con Daniel Scioli, con quién tiene una relación personal y quién le cuenta los primeros datos del hecho,  información que le daban Sergio Berni de Nación y Alejandro Granados de Provincia.

     Mientras Tévez alistaba su viaje en Turín, al rato, el Gobernador lo vuelve a llamar con datos mas tranquilizadores y le dice que postergue el viaje un par de horas. Que tenían localizado el auto del padre y los secuestradores.  Media hora después llamó para informarle que el hecho había culminado sin violencia y lo puso a su padre al habla con Turín.

    Datos, circunstancias que solo trascienden porque el protagonista es Carlos Tévez.  La problemática real es la otra. La mas grave, la que desilusiona. Relatos de hombres comunes que nunca serán escritos ni contados por radio o por televisión.

    Hace muy poco, casi de manera consecutiva, fueron robados dos autos de sendos amigos en la zona de Munro. Después del miedo  y la impotencia una comisaría de la zona informó que los coches  habían aparecido cerca de San Martín.

    Recuperarlos fue tropezar con la verdadera situación del Estado a la hora de brindar seguridad. En la comisaría había apenas dos agentes. Uno de ellos cuidadosamente  ocupado con el argumento de una ruidosa serie americana en el televisor  de la oficina.  El otro, muy atento para la decena de reclamos en curso y amable con las explicaciones. Desde algún lugar le pedían  un patrullero ya, pero el único que tenían estaba en operaciones y solo podía prometerlo para dentro de media hora. Asi se manejan las urgencias en el conurbano.

   En las instalaciones de la comisaría faltaba luz y  jabón o detergente. Sin embargo algo estaba muy claro. El delito, el robo o hurto, parece demasido naturalizado para los encargados de combatirlo: "Somos muy pocos, mucho no podemos hacer. Solo atender los reclamos en la oficina"
Y la policía comunal, puede cambiar algo?  (Preguntó uno de los damnificados y estudiante de derecho)" Policía comunal? No mi amigo -dijo el agente- no se ilusione. Mire cómo se están manejando hasta ahora: Había dos autos para recorrida y uno fue para la policía nueva. Los agentes igual. Hay dos, uno para cada lado. No suman a nadie. Dividen lo que hay y le ponen nombres distintos"

    Tal vez no sea siempre asi. Con seguridad uno supone que apostarán a cambios sustanciales, pero hoy es lo que hay. Muy poco y malo. Los hombres y mujeres de a pie  no tienen secretarios, ministros o gobernadores para ninguna contención. El robo les resulta honeroso y grave, pero la desprotección posterior lastima tanto como lo materialmente perdido.